El sueño está presente en todos los mamíferos y los pájaros. Cuando se está cansado pican los ojos, se cierran los párpados y es difícil concentrarse.
El ser humano necesita dormir todos los días. Sin un período de reposo tras la actividad, la mente y el cuerpo se resienten y no pueden cumplir bien sus funciones.
Las personas que están despiertas durante mucho tiempo se vuelven irritables, están más expuestas a la enfermedad. Les cuesta pensar y poner atención en lo que hacen. Algunas veces, hasta pueden llegar a tener alucinaciones.
Se ha comprobado que hay dos clases de descanso, con y sin ensoñaciones. Al final de cada ciclo de 1,5-2 horas, todos los humanos pasan por un período de ensoñación, aunque muchos no puedan recordarlos. Parece que esta actividad interviene para que nos sintamos descansados, aunque todavía queda mucho por investigar en este tema.
A medida que la noche avanza, los períodos de sueño se hacen más largos.
El cuerpo está dormido, pero hay una porción del cerebro que permaneces despierta. Es por ello por lo que el ensueño ocurre sólo en la mente. Mientras dura, la persona puede actuar, pero no de un modo auténtico, es decir, es frecuente ver a una persona hacer gestos mientras está teniendo un sueño.
El contenido de los sueños refleja pensamientos y sentimientos del individuo. Si los sueños son eróticos, el corazón de la persona puede acelerarse y subir su presión sanguínea.
Los ojos se mueven rápidamente, de un lado a otro, debajo de los párpados, en relación con la ensoñación. Si este movimiento no se realizase, es posible que se tratara de un sueño cuyo tema centrar sea algo que permanece inmóvil.
Diversos experimentos han demostrado que si se priva a las personas de lo sueños, éstas se vuelven nerviosas e irritables, y aumenta su hambre. Estas personas, después del experimento, veían aumentar sus sueños en la proporción necesaria para recuperar el tiempo perdido.